viernes, 27 de noviembre de 2009

HACHIKO

No he visto la peli "Hachiko : A Dog's story" (aquí titulada: "Siempre a tu lado"), sólo el trailer, pero lo que me ha llamado la atención del fim no es que lo protagonice Richard Gere, sino que esté dedicada a un perro. Y tras documentarme a través de un artículo de Perros Famosos (y que os copio-pego a continuación) , he podido comprobar que el verdadero protagonista, es sin duda, el perro. L@s que tengáis mascota y l@s que hayáis tenido pero un día le llegó su hora (como en mi caso, snif) sabréis a qué me refiero, sobre todo cuando miramos a los ojos de nuestro fiel amigo y en ellos brilla esa lealtad y ese afecto que les hacen parecer más humanos que muchas personas que conocemos. Por eso os advierto: preparad los pañuelos, la historia es verídica y lacrimógena a más no poder... Os dejo también un vídeo sobre la primera versión (Hachiko monogatari).

Hachiko nació en Noviembre de 1923 en la prefectura de Odate, provincia de Akita, al norte de Japón. Era un perro de raza Akita, macho y de un intenso color blanco.

La suerte iluminó a Hachiko cuando a los 2 meses de edad fue enviado a la casa del profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio Dr. Eisaburo Ueno. El profesor lo llevó a su hogar situado cerca de la estación Shibuya, y allí demostró ser un bondadoso y amable dueño. El perro por su parte lo adoraba.

Desde luego, Hachiko no podía acompañar a su amo hasta la universidad. Pero lo que sí hacía era dejar la casa todas las mañanas con el profesor y caminaba junto a él hasta la estación Shibuya.


El perro observaba como su dueño compraba el boleto y luego desaparecía entre la multitud que abordaba el tren. Más tarde, Hachiko acostumbraba sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño quien regresaba de su trabajo por la tarde.

Esto sucedía todos los días. Así es como la imagen del profesor con su perro se volvió familiar en la estación Shibuya, y la historia de la lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad. Las personas que transitaban por Shibuya siempre comentaban este hecho.

Una tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. En Shibuya, el perro esperaba enfrente de la estación.

Muy pronto las noticias sobre la repentina muerte del profesor alcanzaron Shibuya. Inmediatamente muchas personas pensaron en el pobre perro que lo había acompañado todos los días. Varios tuvieron la misma actitud y fueron a la pequeña plaza para convencer al perro de que volviera a su hogar, como si él pudiera comprenderlos.

A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así, el perro iba cada mañana a la estación, espera el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a áquel que amaba. No tenía en cuenta las condiciones climáticas, lluvia, sol, viento y nieve no impedían su diario peregrinar al encuentro de su amo, la lealtad hacia su amigo humano nunca pereció.

La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un extraordinario efecto entre los japoneses pobladores de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura más amada del área. Los viajantes que se ausentaban por un largo período siempre preguntaban por él a su regreso.

En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes de Shibuya contrataron a Teru ( Shou) Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua en honor su amigo Hachiko. El escultor estuvo encantado de realizar ese trabajo y la estatua de bronce fue colocada enfrente de la estación, donde solía esperar Hachiko.

Casi un año más tarde, el 7 de marzo de 1935 Hachiko falleció al pie de su propia estatua debido a su edad, pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru Ando se hicieran famosas por todo Japón.

Durante la guerra todas las estatuas fueron fundidas para la elaboración de armamento, la de Hachiko no escapó de esa suerte y lamentablemente el escultor fue asesinado. Pero los pobladores de Shibuya continuaban recordando a Hachiko y su mensaje de lealtad. Así fue como decidieron formar una Sociedad para el reemplazo de la estatua de Hachiko, y dicha sociedad contrató al hijo de Teru Ando, Takeshi Ando, quién también era un excelente escultor.

Hoy en día, la exquisita estatua de Hachiko permanece en el medio de la plaza enfrente de la estación Shibuya. Podemos encontrar alrededor de ella fuentes, puestos de diarios y revistas y personas sonrientes contándoles la historia de Hachiko a los pequeño o los no tanto.

El 8 de abril de cada año se conmemora a Hachiko en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya.

Los restos de Chuken Hachiko (en japonés el leal perro Hachiko) descansan junto a los de su amo el Dr. Eusaburo Ueno, en una esquina de la sepultura de su dueño en el Cementerio de Aoyama, Minmi-Aoyama, Minato-Ku, Tokio.


P.D. Por cierto, creo que en España hubo un caso parecido de un anciano que se murió en el hospital mientras su perro le esperaba fuera y el animal siguió allí durante años, mientras el personal del hospital se apiadaba de él y le daba de comer y beber.. Como otras tantas historias de perros que siguen a sus dueños y son capaces de encontrarlos a kilómetros de distancia. Y que luego haya gente que los abandone....... brrrrrrrr...


sábado, 21 de noviembre de 2009

Mis chicos de carpeta...

Tenía pendiente esta entrada en "Borradores" pero con el ajetreo que he tenido últimamente la había dejado aparcada... Y como tod@s hicistéis en su día una al respecto, ahí va la mía:

Mi hermano me envió las fotos de las carpetas que tengo guardadas en casa de mis padres (como muchos libros, discos y otras cosas que de momento aquí no me caben) y aunque su calidad deja un poco que desear, por lo menos os hacéis una idea de la "tontería" que una tenía en aquellas edades...

La primera es la carpeta de principios del Bachillerato, donde aparecen arriba : Madonna (medio tapada), Tom Cruise (que vería yo en ese paticorto sosete?), Rob Lowe, Don Jonhson, George Michael (quién me iba a mí a decir que aún no había salido del armario...) y un personaje que he tardado en averiguar : el cantante Rick Ashley (se ve que me gustaba mucho esa pegadiza canción suya "Never gonna give you up"). Posiblemente en la otra tapa de la carpeta haya más pegatinas de ídolos adolescentes (casi todas del Super-Pop a las que añadí "bocadillos" en las que a saber qué chorradas pondría) pero ahora no recuerdo, y es que mi hermano ha sido parco en sacar más detalles...

Esta otra carpeta es de finales del Bachillerato, cuando me dió por ser una forofa hincha del Real Madrid en la época de la llamada "Quinta del Buitre" y me traían loquita Butragueño (ese aire de niño bueno inocentón pero picaruelo), Michel, Martín Vázquez y Buyo (unos tiarrones atléticos que me encantaba ver corriendo en pantalón corto, por supuesto). La otra cara de la carpeta seguramente tendrá más alusiones al equipo blanco... (ni me acuerdo...).



Esta última es la que llevé durante el COU y en la Facultad y me la compré porque me gustó su estética más transgresora. Es toda de color negro y en la parte delantera lleva unos adornos metálicos incrustados. La contratapa la forré con los logotipos de todos los grupos de heavy-rock que me gustaban y que recorté de la revista versada en esta música (y que se sigue publicando hoy día): la "Heavy Rock". De ésta si puedo enseñaros algo de su interior, que cómo podéis ver, estaba lleno de esas citas o dichos adolescentes tan radicales y reivindicativos , jejeje...





Y por último esta carpeta auxiliar que forré con dos portadas muy originales de los Guns and Roses, de sus discos "Use Your Illusion I y II" (Es un fotomontaje pero para que os hagáis una idea, tenía una igualita).

miércoles, 18 de noviembre de 2009

ES EL COLA CAO...

Haciendo limpieza en casa me he topado con unas cajas de Cola-Cao.

La primera tengo suerte de conservarla pues mi madre la utilizó hasta hace poco de costurero, y es una lata de mi más tierna infancia, pues en su base se anuncian las Olimpiadas de Munich del año 1972. Y el Cola-Cao como alimento oficial de los atletas olímpicos, por supuesto.



Viene decorada con niños subidos a diferentes vehículos: un ciclista (magullado y lleno de tiritas), un automovilista, una chica paseando en bicicleta con su perrito, etc; y en su tapa, un explorador despistado, que mientras rueda su documental no se da cuenta del león que lo acecha por detrás...



He indagado por la red y he encontrado esta otra, pues debieron hacer varios modelos con diferentes ilustraciones en la tapa.



Esta última es moderna, pues la marca realizó una tirada hace unos años reproduciendo uno de sus muchos formatos de antaño.



¿Vosotr@s guardáis alguna?

lunes, 16 de noviembre de 2009

El "Schindler" español: Ángel Sanz Briz

Candela me propone que siga yo el desafío de "El Relato por encargo"...

Bien, no tengo mucho tiempo para pensar, así que os propongo que contéis una historia sobre este personaje: Ángel Sanz Briz, un diplomático que multiplicó por cinco la lista que hizo Schindler, salvando a más de 5.000 judíos y arriesgando su propia vida en el empeño.


Bueno, quién se anima?

Perdón, quiero aclarar que en el último momento me he dado cuenta de que no había puesto el nombre correcto del diplomático... (las prisas). Ya está corregido (qué peligro tiene el Copiar-Pegar...).

Cloti ha colgado la primera versión en su blog, pero el desafío es semanal como nos apunta Candela, así que aún podéis deleitarnos con más versiones l@s que os lo estéis pensando...

sábado, 14 de noviembre de 2009

RELATO POR ENCARGO...

Nuestra amiga Candela nos ha lanzado un desafío en su blog: un relato por encargo. Propone a sus lector@s que hagamos un relato basándonos en unos hechos y en un personaje que ella nos brinda, para ver cuantas versiones diferentes pueden surgir. Ahí va la mía:

Juan Pedro Silverio Sepúlveda, vecino de Atalaya de Cañavate de 28 años de edad, esperaba su hora en aquellas cuatro paredes lúgrubes de la gaditana cárcel de Campo del Sur.

La policía tenía anotado en su expediente que había acabado con la vida de un anciano en Tánger y de un labrador de Cuenca, sólo para robarles un puñado de monedas. Pero él sabía que no era cierto. Lo del robo, claro. Porque con ambos había tenido unas pequeñas diferencias.

El anciano de Tánger, un octogenario que le ofreció trabajo en un taller de zapatos, resultó ser un maltratador reincidente que no sólo arremetía contra su mujer, sino que también humillaba a su joven nieta, una muchacha que había quedado bajo su cargo, por ser el fruto de un embarazo no deseado de una hija que hacía tiempo había sido desterrada del hogar paterno. La muchacha, de piel nívea y ojos azules destacaba entre sus congéneres árabes e hizo sospechar a Juan Pedro que tales atributos habían sido heredados de un progenitor extranjero, quizás un turista de tierras lejanas. Unos atributos que dejaron prendado al joven y que le motivaron a tomarse la justicia por su mano. Pues cuánto más convivía con aquél vejestorio prepotente, más ganas le entraban de estrangularle y la sangre le hervía cuando le veía descargar su ira sobre la frágil muchacha.Un día, cuando la encontró sollozando en el almacén del taller, le propuso la descabellada idea de fugarse juntos, pero la joven le confesó que tenía demasiado miedo y que no podía dejar sola a su abuela con semejante bastardo. Entonces Juan Pedro supo qué tenía que librarla de ese tormento.

Quiso que pareciera un robo, pero se ensañó tanto con el viejo, que unos testigos lograron ver cómo cosía a puñaladas el cuerpo de su víctima, dando la voz de alarma y saliendo en pos de él. Estuvieron a punto de alcanzarle pero Juan Pedro atravesó la gran plaza de Tánger y se lanzó al río Lukos desde una terraza próxima que hace de mirador, desapareciendo de la vista de sus perseguidores. Pero eso no evitó que lo reconocieran como el aprendiz del anciano zapatero y le acusaran ante la justicia.

Juan Pedro no tuvo más remedio que abandonar Tánger,ocultando su rostro tras una poblada barba y mirando de reojo a cuántas personas subían al barco que le acercaría hasta Tarifa. Su último pensamiento fue para la joven, pero no podía quedarse para comprobar si ella le correspondía. Durante el trayecto, se cuidó mucho de no establecer conversación con ningún pasajero y esperó pacientemente a que arribaran en tierra firme.Sus pasos le llevaron a buscarse la vida en múltiples oficios, primero por Cádiz, luego en Sevilla y por último en un pueblecito de Cuenca, donde dio muerte a su otra víctima, un labrador que cometió un grave error: intentar abusar de la hija de otro lugareño.

Juan Pedro desbarató las sórdidas intenciones de su patrón de un estacazo. Hablando con propiedad, cogió aquello que le pilló a mano en aquél pajar donde se iba a cometer tal ignominia: un pesado yugo que descargó sobre la cabeza del pederesta. La adolescente, de apenas quince años dejó de gritar y se zafó del cuerpo de su agresor, saliendo despavorida con la ropa a medio vestir. Juan Pedro percibió una mirada de terror demudando su inocente rostro y el sollozo ahogado que escapó de su garganta. Y suspiró, aliviado, al comprobar que el golpe había tenido el efecto deseado: su patrón yacía inerte, con el cráneo destrozado y cubierto de un gran charco de sangre.

Pero en un pueblo pequeño todos se conocen y la Guardia Civil no tardó en dar con sus huesos, por mucho que quiso ocultarse en la sierra para no ser apresado. Para áquel entonces su historial ya era conocido y la muchacha, por vergüenza o por miedo, no dio señales de vida para apoyar su versión; aunque su historia fue filtrada por un reportero de un diario negro que iba a la caza de ese tipo de sucesos.

Al final, sus acciones tuvieron consecuencias, se decía mientras pedía un último deseo: una opípara cena que disfrutaría antes de ser ajusticiado. Sabía que toda la ciudad de Cádiz había intercedido por él rogando un indulto ante el mismísimo rey Alfonso XIII, pero él se sabía un simple delincuente, y un monarca tiene demasiados asuntos pendientes como para hacerse eco de su causa.

En ese momento Juan Pedro no lo sabía, pero iba a ser el último ajusticiado con garrote vil en España. Pero él sólo quería que le dejasen disfrutar de aquella cena que jamás había probado en toda su vida y beberse el magnífico valdepeñas que la acompañaba y que degustó con fruición... mientras el verdugo le esperaba, ensamblando metódicamente las piezas de su artilugio infernal en el patio de la prisión.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Calculator

Suelo hacer muchas gestiones por internet, pero hoy me ha tocado ir a un banco donde no tengo cuentas a realizar un pago para que no me cobren la dichosa comisión por la transferencia. El importe era de 299,34 € y le he entregado al señor de la ventanilla la cantidad de 300,34 €.

Esto no tendría más trascendencia, y seguramente ni me hubiera molestado en contarlo aquí si no hubiera sido porque el empleado en cuestión, un cincuentón que supuestamente lleva años desarrollando su trabajo en ese puesto, no se hubiera puesto a teclear en una calculadora para comprobar la cantidad que me tenía que devolver ¿?

Después de mi inicial estupor y tras el mosqueo por encontrarme dos escalones en la entrada de la sucursal y luego que el carrito de Voltio no entrase por la dichosa cabina de seguridad que parece un ataúd de cristal, me asaltan varias preguntas: ¿Estos señores controlan nuestro dinero? ¿Será que no ha tomado "All-Bran" esta mañana?

Y sobre todo... ¿Por qué una sucursal de un banco cuyo mandamás fue catalogado por Forbes como el empresario más influyente de España sigue teniendo barreras arquitectónicas que impiden su acceso no ya a un carrito de bebé sino a una persona minusválida?

lunes, 9 de noviembre de 2009

40 Aniversario de Barrio Sésamo

Seguro que estos días tod@s habéis visto cómo Google dedicaba su página de inicio a un programa que los de nuestra generación recordamos con cariño, y que se emitía en esa franja horaria dedicada antes a los niños y que ahora ocupan programas de nulo contenido didáctico y demasiado cotilleo y sensacionalismo, que no sin razón, han sido catalogados de "telebasura".

Barrio Sésamo fue la versión adaptada de "Sesamo Street", un programa infantil yankee que salió a la luz en 1969 de la mano del inolvidable Jim Henson. Un espacio que verdaderamente buscaba a través de diferentes personajes y marionetas entretener a los niños educándolos y enseñando cosas tan básicas como a contar, los colores, dónde estaba tu izquierda y tu derecha, etc.

El formato se adaptó en muchos países y en España, tras un primer fracaso por intentar doblar la versión original dentro del programa "Un globo, dos globos, tres globos", en 1979 se realizó propiamente para la parrilla televisiva de nuestro país y aparecieron esos personajes que yo aún recuerdo, anteriores a Espinete: La gallina Caponata con su estética tan colorida y el caracol Perejil, eternamente encaramado en aquél muro de ladrillos...

Después vino la etapa de Espinete, Don Pimpón, Chema el Panadero, etc, que todos recordamos con mucho cariño, y que nos pilla más reciente. Y aunque nunca comprendimos porqué Espinete se ponía bañador para meterse a la ducha y luego iba "en cueros" ni a qué extraña raza pertenecía Don Pimpón, todos esperábamos ansiosos por ver sus aventuras y andanzas todas las tardes.

Pero aparte de estos personajes, quién no recuerda todos aquellos divertidos "teleñecos"?:

El entrañable Coco, "¿Es un pájaro, es un avión? No, es super Coco, se oía mientras el pobre antihéroe azul se pegaba el testarazo de siempre al "aterrizar". Nos enseñó cosas muy útiles y de manera muy gráfica la diferencia entre cerca o lejos, arriba o abajo...

¿Y ese Conde Draco?, un vampiro despistado que por lo menos a mí no me daba ningún miedo con esa manera tan inquietante de contar, más bien nos disponía a tod@s a querer imitarle, aprendiendo así los números.

¿Y esa compulsiva adicción a las galletas de Triqui? Todos sabíamos lo que iba a pasar cuando aparecía un plato lleno de ellas, fuese o no de su propiedad... No quedaban ni las migas. Aunque luego el pobre se arrepentía, es que no podía evitarlo...

El reportero más dicharachero y la marioneta quizás más conocida de todas: la rana Gustavo, ¿quién iba decir que el primer prototipo fue hecho con una bayeta vieja de la madre de Henson y sus ojos con dos pelotas de ping-pong...? Todos la recordamos indagando a la caza de la noticia, incluso nos hablaba entre cuchicheos, para no interrumpir el desarrollo de la acción, ataviada con su gabardina y micrófono en mano...

Y esa pareja tan extraña: Epi y Blas. Qué paciencia tenía Blas! Todos nos preguntábamos cómo conseguía dormir por las noches si su compañero le asaltaba con ese bombardeo de preguntas inoportunas...

Gracias también al "Show de los Teleñecos" conocimos muchos más "teleñecos": la cerdita Peggy, Gonzo, los vejetes cascarrabias, etc. Porque aunque no lo creáis, hubo 101 muppets, y aquí tenéis una guía interactiva de todos ellos (en inglés):
http://www.nationalpost.com/muppets/index.html

Sé que hay muchos artículos en la web sobre este tema y seguramente más extensos y documentados, pero yo sólo he querido hacer un inciso para despertaros una nostalgia por unos personajes que nos instruían y nos trasmitían valores como la amistad, la solidaridad y cómo debíamos comportarnos, a la vez que nos divertían, en un acertado y entretenido formato dirigido a los niños que, hoy por hoy, se echa en falta.

viernes, 6 de noviembre de 2009

El Panettone

Ya están los supermercados plagados de productos navideños: turrón, mazapanes, polvorones... Y de un postre que desde el año pasado nos chifla: el Panettone.

Es lo que tiene la globalización, que nos llegan productos típicos de otros países que vienen a sumarse a la ya variada oferta autóctona. Algunos quizás lo consideren una "invasión", pero cada uno es libre de elegir qué comprar y mientras esos manjares vengan a enriquecer nuestra mesa, bienvenidos sean. En mi caso, que tampoco soy muy golosa, no me hacen ni pizca de gracia los mantecados ni los mazapanes, y del turrón huyo de la variedad blanda, que me resulta excesivamente empalagosa y del duro me canso enseguida. Pero me encantan las variedades que llevan chocolate, frutos secos y sabores exóticos. De hecho, tanto a Watio como a mí, nos chifla un tipo de turrón que vende una conocida cadena de supermercados (cuyo símbolo es un abeto), hecho de chocolate negro con almendras. Nos parece mucho más exquisito que el cansino chocolate con arroz inflado tan anunciado por ese personaje barrigón y vestido de rojo que nos invade todas las navidades...

Así que el Panettone, un jugoso bizcocho salpicado en su interior de fruta escarchada ha sido adoptado como postre navideño en casa sin ningún esfuerzo.

Sobre el origen de este dulce existen varias leyendas, aunque quizás la más extendida es aquella que cuenta que, a finales del s. XVI en Milán, un joven aristócrata se enamoró de la hija de un pastelero y para conquistarla se hizo pasar por aprendiz, ideando el postre en cuestión. Tuvo tanto éxito que los milaneses acudieron en masa a la pasteleria de Toni a pedir el "Pan de Toni", pues ese era el nombre del aprendiz.

Si queréis saber más tenéis más datos en la Wikipedia.